Cada año fallecen 1,3 millones de personas en accidentes de tráfico, la octava causa de muerte a nivel mundial. La denominada ‘Visión cero’, que ninguna persona fallezca o resulte gravemente herida en un accidente de tráfico, es una utopía cada vez más alcanzable. Numerosos expertos aseguran que no será posible hasta que se instaure la conducción automatizada: mientras haya seres humanos al volante, seguirá habiendo accidentes y algunos de ellos tendrán consecuencias graves. Pero la conducción automatizada va a tardar más de una década en llegar y mucho tiempo más en convertirse en el estándar del tráfico mundial.

Otra corriente de opinión apuesta por reducir a la mínima expresión los accidentes de tráfico mucho antes de que los coches se conduzcan solos. El trabajo conjunto de los sistemas avanzados de asistencia a la conducción ADAS, del coche conectado y de las infraestructuras inteligentes, permitirá reducir los errores humanos e intercambiar información entre vehículos, las vías y los centros de control, para alertar de peligros y evitar colisiones entre coches.

Los sistemas ADAS siguen expandiéndose

Los sistemas ADAS ya han demostrado su eficacia para reducir accidentes o mitigar sus consecuencias, ayudando al conductor en situaciones de peligro e incluso tomando el control de los frenos o la dirección del coche cuando éste no actúa con la suficiente diligencia. Y esta tecnología sigue evolucionando, con funciones cada vez más sofisticadas. Y es que las causas principales de los siniestros siguen siendo el factor humano y las distracciones. Según un estudio de la DGT, si todos los automóviles equiparan estas ayudas a la conducción, se evitarían o mitigarían significativamente las consecuencias de un 57% de los accidentes en España.

La mayoría de los coches nuevos ya equipa estos sistemas, algunos de los cuales van a ser obligatorios en la Unión Europea a partir de 2022. La UE estima que con esta medida se podrían salvar 25.000 vidas en los próximos 15 años.

Para asegurar que estos sistemas siguen funcionando con precisión en un vehículo con el paso de los años, se está creando un marco legal para poder controlarlos y verificarlos durante toda la vida útil del coche a través de las ITV.

En caso de sufrir un accidente que afecte a alguno de sus elementos, tras la reparación es necesario que recalibrar las cámaras y sensores para que funcionen correctamente. Esto afecta especialmente al parabrisas, que aloja algunos de los sensores de los sistemas ADAS. Cuando se sustituye, hay que desmontar las cámaras del cristal roto y montarlos en el nuevo. Una vez instalados, estos sistemas han de ser recalibrados para asegurar que funcionan con precisión y proporcionan la información correcta a los sistemas de seguridad. Carglass® se encarga de realizar el calibrado de cámaras con el uso de instrumentos de alta precisión en los talleres por parte de técnicos especialistas. El Grupo Belron® -al que pertenece Carglass® España- realizó más de 850.000 calibraciones en el mundo en el año 2019.

El coche conectado, el otro factor clave

Según NHTSA la (National Highway Traffic Safety Administration), las tecnologías y aplicaciones de automóviles conectados con V2X (vehicle to everything) pueden prevenir 600.000 accidentes de tráfico al año, solo en Estados Unidos. Cuando los coches estén conectados entre ellos y con las infraestructuras, no solo podrán avisarse de peligros inminentes, sino también evitar colisiones entre vehículos. Los coches “hablarán” entre ellos y, por ejemplo, le podrán trasmitir a los que le rodean “estoy frenando fuerte, frena tú también para que no choquemos”; o “si sigues esa trayectoria vas a chocar conmigo”

Además, generarán una ingente cantidad de datos que ayudarán a crear una eficaz seguridad vial preventiva, determinando las ubicaciones y causas probables de los posibles puntos o situaciones potencialmente peligrosos.

Con grandes centrales de big data y el uso de la inteligencia artificial, el sistema podrá enviar alertas en tiempo real a los conductores sobre situaciones de peligro que se van a encontrar en el camino. E incluso actuar sobre un vehículo de forma remota para evitar una colisión inminente. César de Marco, responsable del Proyecto 5G Connected Car de SEAT, asegura que “es como dotar al conductor de un sexto sentido, al informarle predictivamente de lo que sucede en su entorno. Y eso le va a ayudar a tomar sus decisiones: frenar, acelerar, parar el vehículo… ante un posible peligro”.

Aunque parezca ciencia-ficción, esta tecnología ya se está desarrollando y sus primeras evoluciones ya han comenzado a aplicarse en algunos modelos. Por ejemplo, los sistemas de Alerta de luces de emergencia y Alerta de firme deslizante de Volvo permiten intercambiar información entre vehículos a través de una red en la nube para alertar al conductor de posibles peligros y tramos de carretera resbaladizos. En cuanto se activan las luces de emergencia o el coche detecta un firme deslizante, se envía una señal a través de la nube a todos los Volvo cercanos para avisarles de la situación que se van a encontrar.

Pero para que funcione realmente, esta tecnología tiene que ser colaborativa e integrar a todas las marcas de coches de coches, a las infraestructuras (con el uso de sensores en las vías y de drones que también recopilen información) y a sus gestores. Grandes plataformas de control integrarán los Sistemas Inteligentes de Transporte (ITS) y a los sistemas cooperativos de transporte inteligente C-ITS, que permiten la comunicación de los vehículos entre sí y con la infraestructura. Daimler, BMW, Ford y Volvo, en cooperación con HERE Technologies, Tom y las autoridades de transporte de seis países europeos (Alemania, España, Finlandia, Luxemburgo, Países Bajos y Suecia) están trabajando en el desarrollo de una solución conjunta a nivel europeo que no sea específica de un fabricante.